Nada entra ni sale de mi vida sin tomar en cuenta la imagen que reflejo en los delicados cristales que cuelgan en mi vestíbulo.
Frente a ellos examino mi conciencia buscando la ausencia de alguna cualidad que me impidiese ser un modelo digno de imitar.
Son esas superficies lisas llamadas espejos las que reproducen la silueta de mi figura para mostrar el lado frágil de mis acciones, la tenacidad de mis ambiciones y el beneficio de mis emociones.
Mis espejos no perdonan, no mienten, ni tampoco ocultan el gris de mis cabellos ni los pliegues de mis arrugas, pero, cuando menos espero son ellos mismos los que se encargan de revivir en mi a la joven que un día fui.
Y no les debería de extrañar que esta metáfora experimental se la dedique con todo amor a “los espejos de mi vestíbulo”.....
¡mis dos hijos!
San Juan del Sur, Nicaragua
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